jueves, 23 de junio de 2022

Las carreteras y el fin de la era del petróleo - Fragmento 26

 

Citación sugerida:
Molina Molina, José Antonio (2020): Las carreteras y el fin de la era del petróleo.

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8. Conclusión


   El escenario esbozado al final del capítulo anterior, que relaciona la evolución de la economía con el suministro y el precio del petróleo, puede aplicarse directamente al sector del transporte por carretera. En etapas de crecimiento económico aumenta la movilidad de mercancías y personas, lo que significa que las redes viarias presentan altos índices de utilización. Por el contrario, en etapas de decrecimiento económico, el volumen de negocio de las empresas disminuye, se produce menos y por tanto se mueven menos mercancías, y las producidas con anterioridad se quedan en los almacenes. Al mismo tiempo, el nivel adquisitivo de las personas se resiente, con lo que deben renunciar al automóvil o reservarlo para lo estrictamente necesario. Admitiendo, por tanto, que la utilización de las redes viarias reacciona de manera flexible con la marcha de la economía, se verifica que seguirá la misma tendencia que esta: una serie de ciclos de subida y bajada, con un resultado neto descendente. En otras palabras, las mismas leyes que gobiernan la recesión económica global, que puede producirse en las próximas décadas porque el suministro de petróleo ya no podrá satisfacer la demanda (en términos de volumen y en términos de contenido energético), conducen a que las redes viarias empezarán a estar infrautilizadas de aquí a unos años.

   Si los pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía son acertados, nos enfrentamos a un futuro lleno de incertidumbre en materia energética, aunque las fluctuaciones del sistema, ilustradas esquemáticamente en la figura 7.3, pueden hacernos caer en el espejismo de que no será así. El análisis de los datos proporcionados por un organismo de prestigio, como la mencionada Agencia, deberían ser suficientes para no dejarnos seducir por dicho espejismo y aceptar la posibilidad de que nos avocamos a un escenario de decrecimiento económico irreversible y sin precedentes en los próximos años, y que será tanto más grave conforme más avance el siglo. En menos de una década, la demanda mundial de petróleo podría ser de 100,8 millones de barriles diarios, mientras que la capacidad de producción será de solo 81 mb/d (IEA, 2016). Para 2040, la demanda mundial podría ser de 107,7 mb/d, mientras que el suministro será de solo 60,4 mb/d (ídem). Las únicas esperanzas de que la producción mundial remonte se ponen en el desarrollo tecnológico, la apertura de yacimientos conocidos pero aún no explotados y el descubrimiento de nuevos yacimientos, pero ya hemos discutido el carácter infundado que podrían tener dichas esperanzas, sobre todo en un escenario de falta de inversiones. De hecho, cada año que pase aumentará la diferencia entre el suministro y la demanda, por lo que el volumen necesario de inversiones para contrarrestar ese gap será mayor año tras año. Es decir, con el paso del tiempo la cantidad de dinero necesaria para revertir la situación será mayor, pero la escasez de crudo y sus precios llevarán al mundo a una recesión económica global, de manera que cada vez habrá menos dinero para invertir. La única conclusión posible es que el crecimiento económico neto que se augura para las próximas décadas, que aceptamos casi por una inercia dogmática, no podrá producirse. La población mundial seguirá creciendo, pero no podrá seguir aumentando el producto interior bruto de los distintos países. Seremos más personas en este mundo, y al mismo tiempo nos veremos obligados a vivir con menos de lo que vivimos ahora; seremos más pobres en muchos sentidos. Tendremos que aceptar un agudo decrecimiento impuesto por las circunstancias, y será tan rápido que los diferentes sistemas (el económico, el político, el social) podrían no disponer de tiempo suficiente para adaptarse a los cambios ni para diseñar e implementar los ajustes necesarios de cara a evitar la sombra de un colapso generalizado. 



Figura 8.1: Suministro y demanda de petróleo en los próximos años, en millones de barriles diarios. El perfil del suministro coincide con el total de la figura 7.2, aunque aquí se han añadido las ganancias en los procesos de refinado, que suponen menos de 3 millones de barriles diarios (se suprimieron en la figura 7.2 porque apenas aportan energía neta). La curva de demanda se ha obtenido a partir de los datos de la IEA y de una línea de tendencia para encontrar los valores de algunos años intermedios. A partir de 2020, la dificultad de la producción de petróleo para satisfacer la demanda mundial es más que evidente, y se hace más dramática con el paso de los años. Fuente: IEA y elaboración propia.



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