jueves, 1 de diciembre de 2022

La lengua europea común - Fragmento 6

 

1.3 La cuadratura del círculo: unida en la diversidad


   El lema que la Unión Europea adoptó en el año 2000 es una declaración de intenciones, pero también una expresión de sus contradicciones. Precisamente por ser un enunciado antitético carece de la suficiente convicción como para movilizar conciencias e impulsar acciones concretas. La «fe» europeísta, que parece descansar en un misterio parecido al de la Santísima Trinidad de los católicos, puede quebrarse en cuanto la realidad, múltiple y diversa, resquebraje la presunta unidad subyacente o suprayacente que se proponía como principio. 

   El lema «unida en la diversidad» no parece que pueda ser, en sí mismo, una arenga convincente ni una expresión de la realidad actual de los europeos. Si ello es así, es porque expresa un principio antitético que carece de una materialización concreta y no puede, precisamente por eso, seducir a los ciudadanos. Puede elaborarse una explicación del principio aduciendo que nuestra comprensión de la realidad es estratificada y, por tanto, nuestros juicios sobre ella también pueden serlo. 

   Los mapas temáticos ofrecen la imagen precisa de esa concepción. Un mapa que muestre las diferentes comunidades lingüísticas europeas, por ejemplo, es un mosaico multicolor en el que la diversidad triunfa. Si ahora clasificamos las lenguas en función de si pertenecen a la familia románica, germánica, eslava, etc., obtenemos un mapa en el que hay poco más de tres colores principales. Y si, finalmente, consideramos un mapa que clasifique las lenguas en función de si proceden de la familia indoeuropea o no, tendremos un mapa con casi un único color. De la misma forma, un mapa político mostraría también una amplia gama de colores, uno por cada Estado nación europeo. Si ahora superponemos un mapa que asigne un mismo color a todas las naciones del continente gobernadas por regímenes democráticos, obtendríamos un mapa monocromo. En otras palabras: unidad y diversidad pueden coexistir porque habitan en niveles distintos y, por eso, bajo cierta óptica, veremos un mapa de Europa multicolor, mientras que bajo otra óptica podríamos ver un mapa monocromo. 

   Pero la anterior explicación, por muy gráfica que sea, no es sino evidente por sí misma y no aporta fortaleza al principio de «unida en la diversidad» ni puede convertirlo en leitmotiv de ninguna acción. Los ciudadanos perciben una Europa llena de pluralidad, y la unidad (descrita por los mapas monocromos anteriores) solo se percibe bajo un esfuerzo abstractivo que no puede mantenerse presente, porque carece de un referente real. Un europeo tiene en mente la pluralidad de lenguas: francés, español, inglés, alemán, etc., pero en ningún momento convive de modo cotidiano con el hecho de que todas ellas tienen elementos comunes debido a que proceden del indoeuropeo, una abstracción derivada de la filología comparada. 

   En la práctica, entonces, la unidad es solo identificable tras un esfuerzo especulativo o argumentativo que queda fuera de las competencias o de los intereses de la gran mayoría de los ciudadanos de Europa. El lema de Europa cojea porque la razón instrumentalnota 6, aquella que sirve a nuestra vida cotidiana, percibe la diversidad, mientras que la unidad pertenece al terreno de una razón menos accesible porque requiere un grado de análisis mayor. Tenemos la diversidad interiorizada, pero la unidad no, porque carece de realizaciones concretas y asimilables directamente desde el punto de vista del ciudadano.

   Lo dicho no deslegitima el lema europeo; la crítica precedente denuncia su escasa asimilación por el público porque pertenece al ámbito de la retórica europeísta, que no tiene una materialización concreta. De una parte, es antitético, porque expresa dos realidades diferenciadas que no pueden coexistir a primera vista, y de otra, claramente, cuando se aplica a la realidad, manifiesta un grave desequilibrio entre los dos extremos que pretende hermanar, porque el uno (la diversidad) es mucho más aparente que el otro (la unidad). Evidentemente, ello marca el camino a seguir, el de favorecer la unidad respetando la diversidad, pero eso no nos aporta ninguna medida concreta a implementar, por lo que el lema europeo (como el concepto de «identidad europea») solo tendría alguna validez a posteriori, porque de considerarse a priori carece de fuerza y poder de convicción.


Notas:

6 Usamos aquí «razón instrumental» en el sentido de la racionalidad empleada en la vida cotidiana, con arreglo a fines, al sentido práctico superficial que busca la economía y la eficacia antes que la adecuación a la verdad o la comprensión genuina, que elude cualquier profundización y que censura la realidad en función de lo que es aparente a primera vista y por tanto útil, y lo que no lo es, y por lo cual se asume como carente de utilidad. Tomamos el concepto de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, representada por pensadores como Horkheimer, Adorno, Marcuse y Habermas (Moreno, 2003). La racionalidad instrumental es aquella de origen científico-técnico que se supedita a los instrumentos o medios para conseguir un fin, que se vincula con intereses económicos o productivos y que acaba por conquistar todas las dimensiones de la vida humana. El individuo de este modo queda supeditado a un sistema, y su identidad, como individuo y como miembro de una colectividad, queda anulada, pasando a ser una pieza más del entramado sistémico. La racionalidad completa, objetiva, con todo su potencial para ofrecer una visión holística de la realidad, sin el filtro de lo que es provechoso solo a corto plazo o solo para algunos, queda relegada. Esta alienación puede explicar que, convertidos en rebaños de consumidores, asistamos impasibles al deterioro inexorable de los ecosistemas naturales causado por nuestro modo de vida y a los estragos que provoca el reparto desigual de la riqueza, que la ética derivada de un discurso racional objetivo sancionaría. La razón, colonizada por los imperativos sistémicos, puede conducir a resultados irracionales.Volver al texto


Citación sugerida: Molina Molina, José Antonio (2022): La lengua europea común (Círculo Rojo, 2022).
Licencia CC BY-NC-ND
Opciones de compra:

< Fragmento anterior            Índice de fragmentos            Fragmento siguiente >


No hay comentarios:

Publicar un comentario