jueves, 2 de septiembre de 2021

Las carreteras y el fin de la era del petróleo - Fragmento 1

 

Citación sugerida:
Molina Molina, José Antonio (2020): Las carreteras y el fin de la era del petróleo.

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Introducción


Las carreteras son grandes infraestructuras que representan un alto coste para la sociedad y provocan un impacto muy negativo en los ecosistemas. Europa es un continente muy fragmentado por las redes viarias, y buena parte de su biodiversidad ya se ha perdido para siempre debido a los efectos nocivos de dicha fragmentación en los hábitats naturales. Sin embargo, se siguen construyendo nuevas carreteras, bajo la asunción de que el tráfico seguirá aumentando en el futuro. Pero esta tendencia, que puede haber sido cierta durante todo un siglo, podría empezar a invertirse en los próximos años, debido al progresivo encarecimiento de los combustibles de origen fósil.

  Actualmente, el agotamiento de los grandes yacimientos petrolíferos del siglo XX se está compensando mediante la obtención de petróleos de menor rentabilidad energética y económica, incluyendo los llamados ‘petróleos no convencionales’. Pero estos petróleos del siglo XXI, además de ofrecer menor energía neta a la sociedad y a un coste muy superior, no conseguirán detener el declive de la producción mundial. Organismos internacionales de prestigio, como la Agencia Internacional de la Energía, han pronosticado que las dificultades del suministro de petróleo para cubrir la demanda mundial podrían ser evidentes en algún momento dentro de este siglo. A partir de entonces, a pesar de que la población mundial seguirá creciendo, el mundo se verá forzado a reducir su demanda energética, lo que conllevará una ralentización económica generalizada.

    Una de las actividades económicas que más dependen del petróleo es la del transporte. Se trata de un sector estratégico de primer orden: las ciudades, en las que se agrupa la mayor parte de la población mundial, son entornos donde no se produce nada de lo que los humanos necesitamos para sobrevivir, como el alimento, por lo que dependen enteramente del transporte, especialmente el de carretera. La progresiva indisponibilidad de combustibles de origen fósil, o su elevado precio, conducirá a una drástica reducción en la flota mundial de vehículos automóviles dado que, hoy por hoy, estos solo pueden funcionar con dichos combustibles, sin que existan alternativas claras y viables. Consecuentemente, muchas de las carreteras actuales, o de las que se proyectan para los próximos años, podrían quedar infrautilizadas. 

   De ello se sigue la necesidad de poner en cuestión las inversiones que se realizan actualmente en la ampliación de las redes viarias, que podrían estar proyectándose, por inercia, de acuerdo a las tendencias alcistas que siguió el volumen del tráfico a lo largo del siglo XX, y no a las previsiones realistas para el siglo XXI. La crisis de los combustibles líquidos pronosticada para las próximas décadas por parte de los científicos y de los organismos internacionales convierte en un despropósito la inversión en nuevos proyectos viarios. Más bien, debería invertirse en nuevas tecnologías de transporte que liberen al sector de su dependencia con los combustibles fósiles, pero también en nuevos modelos de organización que potencien el autoabastecimiento y las economías de pequeña escala, para limitar la dependencia crítica de nuestra sociedad con la movilidad de larga distancia.


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